Cada vez que utilizas tu bicicleta para desplazarte, estás haciendo algo bueno para ti, para tu salud, para tu bolsillo, para tu presente, para tu futuro, para tu calle, para tu barrio, para tu ciudad, para tu país, para tu continente, para tu planeta.
Cada vez que señalizas bien una maniobra y te relacionas apropiadamente con los demás vehículos de la calzada, estás contribuyendo a crear y a mejorar la cultura de la bicicleta en tu ciudad, a incrementar la visibilidad y la presencia de la bici, a normalizar su uso.
Cada vez que circulas por la calzada en vez de hacerlo por una acera estás contribuyendo valientemente a pacificar el tráfico y a mejorar las a veces maltrechas relaciones entre ciclistas y peatones.
Cada vez que andas tu bici de forma segura con al menos dos buenos candados estás dejando de alimentar el despreciable mercado de bicis robadas.
Cada vez que agradeces con un gesto a un conductor de autobús o a un automovilista que te ceden el paso o respetan tu derecho a circular por el centro del carril o muestran la paciencia suficiente como para no atosigarte por detrás en una calle de un solo carril, etc. etc., cada vez que agradeces todo ello estás fomentando la convivencia segura entre motorizados y ciclistas.
Cada vez que reparas tu bici en un taller profesional de bicicletas próximo a tu casa estás manteniendo el comercio local e invirtiendo tu dinero en tu barrio.
Cada vez que enciendes las luces de tu bici cuando circulas de noche estás reclamando tu derecho y el derecho de los demás ciclistas a ser vistos y a ser respetados.
Sólo añadiría...
Cada vez que haces que esto parezca fácil, cómodo y seguro estás invitando a los demás a hacerlo de una manera mucho más persuasiva que a través de cualquier campaña o jornada dedicada a ello.